Piso histórico en el barrio de la Mourería en Lisboa
Apartamento pequeño, muy compartimentado, con un pasillo que cruza toda la vivienda, sin luz natural y una sensación de ahogo constante.
¡Sí!, cuesta creerlo pero, la anterior descripción corresponde a la vivienda que un día fue la de la foto. Se trata de una reforma realizada por el arquitecto Jose Andrade Rocha y el resultado merece tanto la pena que tienes que conocerla.
Nada más entrar en la vivienda por esa puerta azul, resulta impactante percibir el contraste con la sala de estar. Los techos altos, las contraventanas de madera, el muro de piedra o el pavimento, son elementos originales de este apartamento histórico del siglo XX, y combinados con pequeños gestos espaciales, se ha conseguido potenciar su belleza escondida.
Todos los espacios de día se unifican y se orientan a la calle, permitiendo una relación social propia de éstos barrios históricos, donde conocer y hablar con las personas que viven a tu alrededor no es algo del pasado. Además, al concentrar las áreas sociales ocupando toda la extensión de la fachada principal, se goza de luz natural que penetra por los grandes huecos a toda la casa.
Un pequeño vestíbulo oscuro en mitad de la vivienda se abre para revelar las áreas privadas, las cuales quedan protegidas de la agitación que define al barrio en los diferentes momentos del día.
Tres puertas correderas que, una vez abiertas, permiten descubrir la belleza de los dos dormitorios y el aseo que se encuentran tras ellas.
El escaso mobiliario de este dormitorio de invitados hace resaltar los pequeños detalles. Me quedo con la sensibilidad y el cuidado que se muestra en el rincón de la pared hecho para los libros de lectura. ¿Qué te parece?
En el interior del baño, seguimos observando la pureza del resto de la vivienda. La baldosa hidráulica original del suelo se combina con la biselada blanca que no termina de llegar hasta el techo. Además, prescindir de elementos como la mampara de la ducha, armarios, toallero, alfombrilla, balda de ducha… y dejar únicamente los elementos necesarios hacen de este aseo un espacio sencillamente perfecto.
Finalmente, cuando se abre la puerta del dormitorio principal, se abre un diálogo de éste con el área social de la vivienda. Queda a su vez enmarcado el espacio colorido del interior del dormitorio con las paredes oscuras que le preceden.
El uso de la baldosa de color amarillo en el suelo sustituye a las alfombras y concuerda a la perfección con el blanco de las paredes y el gris del edredón.
En definitiva, una vivienda perfecta para desconectar gracias a la arquitectura que encontramos en ella.
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“La arquitectura no son cuatro paredes y un tejado, sino el espacio y